martes, 24 de marzo de 2009

bla bla bla



La luna llena en el patio alumbrando el vaso vacio de pilsen.
Y tu mano cae sobre mi, cae con peso muerto, cae sin ganas, cae con rabia, presiona el cuerpo que ayer acariciaba.
El odio que siempre vivió apartado, pero presente, se despierta, y no se toma su tiempo para desperezarse, calzarse o vestirse, me pellizca y pasea su filo real sobre la conocida piel que me cubre sin mirarla.
Te sabes todas sus horas, y aún así dices desconocerla. Tampoco te conozco entonces. Obsesión con rostro que beso noche tras noche. Piedra con la que tropiezo día tras día.
Hoy que no estoy, mañana que no estas. Mañana que ya es hoy. El hoy en el que no estamos. Entonces te recorro con filo ficticio, y me dejo pellizcar en esta absoluta ausencia. Y escribo a el odio que despertó de golpe, de un golpe que se veía venir y esa luna llena, que hoy es menguante fue la última de muchas. Hoy que no estoy, mañana que no estas. Mañana que ya es hoy. El hoy en el que no estamos

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